Aniversario del nacimiento de Alfonso VII de León.
Coronado como rey en la Catedral de León el10 de Marzo de 1126
....Y como emperador de Hispania en esa misma catedral de León, el
Día 26 de mayo de 1135
TEXTO:RICARDO CHAO PRIETO
FUENTE:DIARIO DE LEÓN
http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/alfonso-vii-rey-leon-emperador-hispania_323563.html
A comienzos del siglo XII se suceden varios acontecimientos que marcarán el devenir del Reino de León.
En primer lugar, en el año 1105 nace Alfonso Raimúndez, hijo de la infanta Urraca y de Raimundo de Borgoña.
Aunque en un futuro a medio plazo este niño estaría llamado a ocupar el trono leonés, en aquel momento nada podía hacer prever tal acontecimiento, ya que el heredero era entonces su tío, el infante Sancho, único hijo varón de Alfonso VI.
La infancia del Alfonso que nos ocupa tuvo que ser especialmente dura, ya que quedó huérfano de padre cuando sólo contaba tres o cuatro años.
Poco después, su madre contrajo nuevo matrimonio con Alfonso I «El Batallador», rey de Aragón y Navarra, pero esta unión, en lugar de estrechar los lazos entre las dos Coronas, se convirtió en una permanente fuente de conflictos que sumió en una grave crisis al reino leonés.
Por esa misma época, en el año 1108, ocurrió una gran desgracia que cambiaría el transcurso de los acontecimientos: en la batalla de Sagrajas, en medio de los combates, perdió la vida Sancho, el heredero del Reino. Alfonso VI, enfermo de dolor por tan gran pérdida, morirá poco después, siendo sucedido por su hija Urraca.
No sabemos si en la mente del rey fallecido estaba la idea de que Alfonso I de Aragón fuera co-soberano junto a su hija, pero, en cualquier caso, la unión de las Coronas de León y Aragón fue efímera debido a las desavenencias conyugales existentes entre la madre y el padrastro del futuro Alfonso VII. No es éste asunto para tomarse a broma, porque, aunque hubo reconciliaciones, estas peleas maritales degeneraron en constantes batallas.
Mientras tanto, Urraca, siguiendo la ancestral costumbre leonesa, delegó el gobierno de Galicia en su hijo. Diego Gelmírez, obispo de Santiago, junto a varios nobles gallegos y leoneses opuestos al aragonés Alfonso I, y molestos con la pusilanimidad mostrada por Urraca, coronaron rey en Galicia en 1111 al todavía tierno infante Alfonso Raimúndez, y a continuación se dirigieron a León para entronizarlo.
Sin embargo, Alfonso I no se quedó de brazos cruzados, y reuniendo un gran ejército de aragoneses y castellanos, les salió al encuentro y les venció en Villadangos.
Las desavenencias entre Urraca y su marido continuaron durante muchos años, pero a ellas hubo que sumar las que surgieron entre la soberana y su hijo, con quien tuvo que compartir el reino por presiones de una parte de la nobleza. Cuando ella muere, en el año 1126, queda como único sucesor su hijo Alfonso Raimúndez, de 21 años, y que hoy en día es conocido como Alfonso VII.
Éste recibió la corona ese mismo año en la ciudad de León.
Este rey tuvo unos comienzos realmente difíciles, ya que la parte de la nobleza que más simpatizaba con Alfonso I de Aragón se le opuso con firmeza.
Tras sofocar las principales rebeliones, se enfrentó directamente con su padrastro aragonés por los territorios de la Castilla oriental que éste se había apropiado, consiguiendo que la ciudad de Burgos volviera a la órbita leonesa el 1 de mayo de 1127.
A comienzos del año siguiente Alfonso VII contrajo matrimonio en León con Berenguela, hija del conde barcelonés Ramón Berenguer III.
Una vez apaciguado el reino, y neutralizada la amenaza aragonesa, el rey de León se embarcó en una exitosa serie de campañas contra los musulmanes almorávides. Tuvo tanta fortuna, que pronto se hizo evidente para todos que León se estaba haciendo de nuevo con la preponderancia militar y política en el solar hispano.
La estrepitosa derrota de Alfonso I «El Batallador» en Fraga frente a los islamitas (1134) reforzó esta impresión. Además, este rey murió al poco tiempo, lo que fue aprovechado por Alfonso VII para recuperar los territorios de la Castilla oriental que aún continuaban bajo dominio aragonés. Por si fuera poco, el monarca leonés acudió en persona a la defensa de la ciudad de Zaragoza frente a los almorávides, y penetró en ella entre los vítores de los zaragozanos.
Escudo de Zaragoza
Viendo que la coyuntura le era totalmente propicia, el 26 de mayo de 1135, día de Pentecostés, Alfonso Raimúndez fue coronado Emperador de Hispania en la catedral románica de León, y como tal fue reconocido por los demás reinos cristianos, por el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV (su cuñado), y por varios condes del sur de Francia. Éstos, asustados por la invasión, no dudaron en solicitar urgentemente la ayuda de Alfonso. Por su parte, el emperador leonés tomó Almería en 1147.
Aunque podría considerarse que a partir de entonces comienza el declive de su reinado: Córdoba se entrega a los almohades en 1148, y Berenguela, su amada esposa, fallece en 1149 tras 21 años de matrimonio. A pesar de sus intentos, Alfonso no logró retomar Córdoba, y también fracasó en conquistar Jaén. En 1152 contrajo matrimonio con Doña Rica, hija del conde Ladislao III de Polonia.
En 1155, sin que conozcamos bien los motivos, el Emperador divide oficialmente sus dominios entre sus dos hijos de una forma bastante equitativa: a Sancho, el mayor, le correspondería la Corona de Castilla (que incluía los reinos de Castilla y de Toledo), y a Fernando, la de León (Reinos de Galicia, Asturias, León y, en un alarde de optimismo, Portugal, además de los territorios de la Extremadura Leonesa).
Privilegium Imperatoris: Retrato de la familia Real Leonesa.
En el centro el Abad Willelmus. A la derecha el Rey de León Alfonso VII, junto a él protegiéndole, su mayordomo el conde Ponce de Cabrera, y la izquierda sus hijos que algún día llegarían a ser Fernando II de León y Sancho I de Castilla.En cuanto a su política matrimonial, Alfonso VII casó a su hija Constanza con Luis VII de Francia en 1152, y en 1153 unió a la infanta Sancha con su vasallo Sancho VI de Navarra. En 1155 obtuvo sus últimas victorias tomando Andújar, Pedroche y Santa Eufemia, pero en 1157 fue incapaz de retener las plazas de Baeza y Úbeda, y finalmente también perdió Almería. Atribulado por tamaña desgracia, Alfonso murió poco después cuando regresaba de la campaña, a la edad de 52 años. Dado que trasladarlo a la ciudad de León era prácticamente imposible debido a la distancia y a la época del año, el Emperador fue enterrado en Toledo.