El Moru la Valdoncina: Una leyenda leonesa.
Sigún la Mitoloxía Llionesa, cuentaya vivian na escuridá las cuevas d´esti reinu, unos xigantes chamaos moros. Afanosus minerus y mañosos ayalgueiros, solu salían d´adientru las cuevas y los siles albentestate, a l´escurificare, de caza y gandaya p´atropare la comida de sou y de gayola dacuandu nas nuetis señaladas, comu el San Xuan o Santa Lluzia.
Los moros eran gigantes y descomunalmente fuertes
Eran descomunalmente fuertes, como prueba la enorme piedra que lanzaron desde el castro de Quintana-Raneros. Por eso, la gente ha venido atribuyendo a los "Moros" o a las "Griegas" aquellas obras gigantescas de las que no se guardaba memoria histórica y que para ellos eran humanamente imposibles de hacer.
Por ejemplo, algunas ciclópeas construcciones, que los ingenieros romanos y prerromanos dejaron en nuestros montes. Como prueba de su gigantesco tamaño, el "Pendiente de la Mora", que custodia la Diputación de León. Se trata de una pieza originaria de Corniero, un recóndito pueblo de la Montaña Oriental Leonesa, cuyas dimensiones superan los dos metros de altura y los ochocientos kilos de peso, que ya fue descrita por Gómez Moreno en su Catálogo Monumental de la provincia de León en el año 1908, sin que nadie haya sabido decir cuál es su origen ni su utilidad.
Descomunal piedra tallada y conocida ancestralmente como el “Pendiente la Mora” Patio Diputación de León.
Ha sido David Gustavo López, quien publicó un excelente estudio en la revista ProMonumenta, nº XV, diciembre de 2018, demostrando que se trata de una estela funeraria de algún notable antepasado vadiniense, tribu cántabra que habitaba en el noreste de León y tierras colindantes de Asturias y Cantabria, posiblemente tallada entre los siglos III al I antes de Cristo, que después fue cristianizada y convertida en reloj solar vertical con stilo paralelo al eje de la Tierra -lo cual le hacía extraordinariamente preciso- del templo de un monasterio altomedieval dedicado a San Juan Bautista, hoy venido a ermita bajo esta misma advocación.
Al lado de Quintana y Raneros, una pequeña localidad donde existe un monte "chano" que llaman "El Castro", en el cual probablemente se ubicara un asentamiento de ástures, reutilizado posteriormente por los romanos, ya que allí se han encontrado tanto molinos barquiformes como cerámica romana.
Dice la gente del pueblo que, al edificar sus casas, se han encontrado con un subterráneo que antiguamente comunicaba "El Castro" con la población de Santovenia de la Valdoncina. Pudiera ser una mezcla de leyenda y realidad, pues no sería imposible la existencia de un acueducto subterráneo, similar al que en la ciudad de León entra por la Puerta del Castillo de la muralla, procedente de las fuentes de Carbajal de la Legua.
También de El Castro procede una fuente de aguas termales -Como laque hay en la cercana población de Oteruelo, al lado de su iglesia- con un curso tan profundo, que, al excavar la trinchera de la vía férrea, no llegaron al acuífero
Cuentan que los habitantes de Santovenia y los de Quintana estaban en constante litigio por las lindes de sus concejos, ya que con el tiempo se habían perdido y fueron olvidados los fitos o murias que indicaban los límites entre propiedades.
Después de mucho consultar antiguos pergaminos y de mucho discutir sin llegar a ningún acuerdo, decidieron preguntar al moro que habitaba en la Cueva del Castro, ya que al ser más antiguo que las poblaciones humanas, podría saber y recordar donde se pusieron los límites.
Tras buscarle en los subterráneos, lo encontraron y, efectuada la consulta, el moro sin decir nada cogió una enorme piedra y la lanzó desde "El Castro" -Otros paisanos disienten, afirmando que la lanzó desde el cercano cueto de "El Moro"-. El lanzamiento llegó hasta lo que hoy es el campo de fútbol del Polideportivo Municipal de Santovenia. Viene a ser una distancia en línea recta de 1,20 Km desde El Castro y de 1, 90 Km desde El Moro.
Durante siglos, esta piedra -ahora removida para construir el área recreativa- fue el fito que marcó la divisoria entre los dos concejos.
Afortunadamente, las obras de explanación no la transportaron a un vertedero de escombros, donde han acabado tantos vestigios de las creencias paganas y populares de los leoneses. Con muy buen criterio, el Ayuntamiento de Santovenia conservó la piedra dentro de la zona de deporte y recreo, para que todo aquel que quiera, pueda contemplarla.
La “Piedra del Moro” es un enorme canto rodado, similar a los utilizados por los cántabros vadinienses de la cuenca alta del Esla, para realizar sus estelas funerarias. Sus dimensiones son difíciles de precisar pues es bastante irregular y está parcialmente enterrado, pero es aproximadamente un ovoide con unos 80 cm. en su eje mayor por 70 cm. en su eje menor. Teniendo un ancho medio de unos 35 cm.
En la piedra se pueden ver 7 marcas casi semiesféricas, muy parecidas, que me hacen pensar, por su simetría circular, en petroglifos del tipo "cazoleta". Pero seguramente estoy equivocado, ya que la tradición popular afirma, que son las marcas de los dedos del "Moro" que la lanzó.
Texto extraído del artículo: "Los Moros ancestrales" Chema V. Revista de Antropologia y Tradiciones Populares n.º 6 pg. 56
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