En este año 2023, los leoneses celebramos el 45º aniversario de la primera manifestación por la autonomía de León. Convocada el 18 de Marzo de 1978. http://raigame.blogspot.com/2014/02/una-historia-de-leonesismo-1978-19801984.html
Pero aunque se considera a esta manifestación, como el inicio de la historia del moderno leonesismo, este leonesismo, tiene también una “prehistoria “ que comenzó en el año 1977.
En febrero de 1977 un pequeño grupo de jóvenes leoneses de apenas 20 años de media, crean el CAL, (Consejo Abierto Leonés) un grupo de organización asamblearia, de breve duración, que nunca llego a solicitar su legalización. Parte de sus miembros se pasarían al recién creado GAL (Agosto 1977) y el resto se integraría como CAL en la llamada Asamblea Regionalista Leonesa (ARL) Asamblea integrada por varios grupúsculos leonesistas y un partido político; La Liga Comunista Revolucionaria.
El CAL en su breve historia, además de participar en la convocatoria de la manifestación, reivindico la politización de los leoneses en la provincia de León y la entonces muy reclamada Universidad Leonesa.
También en 1977 pero en agosto, se creo el muy longevo Grupo Autonomista Leonés (GAL) Grupo que consiguió su legalización, y sobre el que existe una muy abundante bibliografía.
Foto: http://www.leonvirtual.org/wp-content/uploads/Carlos-Llamazares-DL-J.-R.-VEGA-LUIS-DE-LA-MATA-5jun20171.jpgPilar Ugidos, Isabel Huerga y Carlos Llamazares fueron las tres cabezas visibles del Grupo Autonómico Leonés en sus comienzos en 1977. DL / J. R. VEGA / LUIS DE LA MATA
Ana Gaitero | León
Dieron los primeros pasos del leonesismo y volverían a hacerlo. Los jóvenes que en el verano de 1977 crearon el Grupo Autonómico Leonés (GAL) rondaban la veintena y creían que «todo era posible», inluso un León con autonomía propia, en la España que acababa de salir de la dictadura y se encaminaba a su primera constitución democrática en medio siglo. Dos mujeres y un hombre fueron el alma de un movimiento que nació con la idea de que León no perdiera el tren de las autonomías. Y murió en el intento aunque el GAL nunca se ha disuelto. «En aquel momento creíamos que era bueno y justo para la gente, para que León no quedara apartado del avance del país», afirma Isabel Huerga desde Asturias, donde ejerce como maestra.
Eran los comienzos de la Transición y las comunidades que se autodenominaron ‘históricas’ empezaron a tomar posiciones. «Enseguida se vio que iba a haber autonomías de primera, de segunda o de nada. Y nos dimos cuenta de que o luchábamos o iba a pintar mal. Era el momento y era una oportunidad para que León no quedara sin voz ni voto y más empobrecida», reflexiona Pilar Ugidos desde Barcelona, donde vive desde hace años y está a punto de jubilarse tras pasar los últimos años de su carrera docente dedicada a levantar un colegio que llegó a ser un gueto de alumnado extranjero.
Aquel verano del 77, con los cantos de sirena de la Constitución sonando en todas las regiones, tres jóvenes leoneses que militaban en el Partido Comunista de España (PCE) desde antes de su legalización, cosa que sucedió aquella misma primavera, decidieron dar el paso al frente para crear un movimiento que evitara que las provincias del histórico reino de León quedaran diluidas en Castilla. Enseguida se sumaron muchas personas que simpatizaron con la idea de defender la Región Leonesa como autonomía en el futuro estado.
Fue una época de vértigo. De las relaciones personales pasaron al activismo político y social. Isabel y Pilar eran amigas y compañeras de carrera en Magisterio y Carlos y Pilar eran novios. De la noche a la mañana Carlos Llamazares se convirtió en el primer presidente del GAL, Isabel Huerga en secretaria y Pilar Ugidos en tesorera, pero el Grupo Autonómico Leonés tendría que esperar dos años a su legalización, así que los pioneros del leonesismo, que no hicieron carrera política, se quedaron en el limbo de la historia.
Cuentan sus protagonistas que la mano poderosa de Rodolfo Martín Villa, el leonés que fue ministro del Interior entre diciembre del 75, tras la muerte de Franco, y abril de 1979, y a quien se responsabiliza del ‘engendro’ de Castilla y León, tuvo mucho que ver en retrasar el alumbramiento legal del GAL.
«Nos constituimos como grupo cultural, no político, para luchar por esas raíces, pero Martín Villa nos puso el veto», subraya Carlos Llamazares desde el Bierzo, donde ejerce como veterinario, al tiempo que desvela que llegó a recibir «amenazas de cárcel» del ministro.
Llamazares cuenta que el PCE y todos los partidos de izquierda que apoyaron la incorporación de León a Castilla hicieron la cuenta de que «al ser León más de izquierdas podría rebajar la expectativa del voto de derechas en Castilla». La derecha, por su parte, usaba las mismas tablas, pero a la inversa: con Castilla se rebajaría la influencia de la izquierda en León.
Por encima de la militancia optaron por la lucha leonesista y les costó caro. Desde aquella izquierda a la que les unía su conciencia «enseguida nos empezaron a llamar fachas». Llegaron a recibir insultos cuando paseaban por el Húmedo. «Lo peor fue que me dijeran que era de derechas», recuerda Ugidos a quien la conciencia política le despertó desde niña en casa y la inquietud por la autonomía leonesa mientras estudiaba Magisterio.
Al GAL se sumaron enseguida gentes de las más diversas tendencias políticas, desde Moisés Barrientos, que venía del PSP de Tierno Galván, a empresarios como Marcelino Elosúa. En las fotos de aquellos primeros años también se puede ver a Luis Herrero Rubinat, quien sería el segundo presidente del GAL y con el tiempo haría carrera en el leonesismo político con la UPL. También colaboraron con gente de la AP de Fraga, como José María Suárez, y Andrés Suárez del PSOE.
Carlos Llamazares recuerda que en cierta ocasión el empresario Sánchez Lombas «nos quiso hacer una donación económica y llamé a Pedro García Trapiello para que fuera testigo de que aquel dinero no significaba que nos vendiéramos a ninguna otra idea».
Menciona también al escultor Juan Carlos Uriarte, que entonces estaba al frente de la Librería Pisa en el barrio de San Claudio, a los hermanos Jular y otras gentes de la izquierda que de alguna manera les apoyaron al margen de las consignas oficiales.
Enseguida alquilaron un local en el barrio del Crucero, en el mismo edificio donde estaba el PSOE y la mesa del GAL se convirtió en un puesto asiduo del Rastro, cuando el mercado dominical aún se celebraba en la plaza Mayor. Bladimiro Vidal era el encargado fiel del puesto leonesista y el militante siempre dispuesto a resolver las carencias económicas haciendo a mano los carteles reivindicativos o repartirlos personalmente a la prensa local a falta de fax y otros avances tecnológicos.
David Díez Llamas recordaba en Diario de León en el 25 aniversario del GAL el «afán de pluralidad» del movimiento al organizar mesas redondas con organizaciones de Castilla o mesas redondas en las que «se podía ver a representantes diputados de UCD, como el fallecido Modesto Fraile —vicepresidente por aquel entonces de las Cortes— conjuntamente con Andrés Fernández, diputado del PSOE por León.
León era una pieza clave para unas y otras facciones. Y quienes empezaron a mover los hilos del leonesismo se dieron cuenta enseguida de la necesidad de aglutinar las señas de identidad en torno a un símbolo. Una carta al director del catedrático Miguel Cordero del Campillo publicada en el Diario de León el 20 de julio levantó la liebre de la ‘purpurada’.
El entonces senador constituyente, alineado en el Grupo Parlamentario Progresistas y Socialistas, «lamenta que la bandera que ondea en el balcón de la Diputación Provincial de León parezca la bandera de León, pero que no lo sea, puesto que la bandera de León no es roja, sino púrpura», comenta José Manuel Diez en su estudio Las banderas de León, publicado por la Sociedad Española de Vexilología hace un par de años, y en el que hace un reconocimiento de la aportación del GAL a la popularización de la bandera leonesa actual: «La bandera de la Región Leonesa, según el modelo propuesto por el Grupo Autonómico Leonés, ha sido sin duda la más divulgada en toda la historia de León. Con vacilaciones en el color y algunos cambios en el diseño ha dado lugar a las variantes más utilizadas no sólo de manera particular sino también institucional».
Los jóvenes del GAL se pusieron a indagar en los archivos de la Catedral y San Isidoro y buscando las raíces llegaron hasta el Pendón de Baeza y escudos heráldicos de la provincia de Cádiz. Fue un trabajo laborioso que concluyó con la incorporación de la bandera ‘oficial’ al proyecto de Estatuto de la Región Autonómica Leonesa que publica en 1978.
El artículo 5 establece: «La bandera de la Región Leonesa, de color púrpura, con el escudo del Reino campeando en el centro, león púrpura coronado de oro, y encima del escudo la corona tradicional española». Y añade: «Ondeará juntamente con la bandera del Estado en los edificios oficiales y se tributarán a ambas los mismos honores».
Isabel Huerga recuerda que las primeras banderas se confeccionaron a mano con el escudo cosido y sirvieron de modelo a «las que se encargaban en los almacenes Morais, por entonces muy populares en la ciudad de León», anota Diez. .
El GAL presentó un carro engalanado en la fiesta de San Froilán y la puesta de largo de la bandera se realizó en la fiesta del Pastor de Barrios del Luna. Dieron muchos mítines y en aquella primera etapa solía ser Pilar Ugidos la primera en subirse a la tarima. «Tenía experiencia para hablar en público porque también hacía teatro», comenta.
En los primeros escritos para pedir permiso para participar en actos públicos, como la romería de San Froilán, se dirigían al gobernador civilen colectivo como «los abajo firmantes», pero la fórmula no era admitida por la autoridad y optaron por poner el nombre de Carlos Llamazares.
El 11 de octubre de 1977 se levantaba acta de la creación oficial de la asociación para tramitar su legalización en un domicilio de la calle Puerta Sol. La solicitud está firmada por Carlos Llamazares, Pilar Ugidos, Isabel Huerga, Margarita Morán, Francisco Vidal y María del Carmen García. La notoria presencia de mujeres en los orígenes del GAL la explica Isabel Huerga: «En aquel momento muchas mujeres, en diversos campos, tratábamos de hacernos visibles en España».
La bandera leonesa ondeaba en los actos de apoyo a la causa como el festival previo a la primera manifestación leonesista, con las actuaciones de Hierba del Campo y Panacea y los discursos de apoyo de los escritores Luis Mateo Díez, José María Merino y Juan Pedro Aparicio.
El 18 de marzo de 1978, cuatro mil personas según la oficialidad y 20.000, según los organizadores, salieron a la calle para exigir el derecho a decidir: «Antes que Constitución, referéndum para León», decía una de las pancartas. «Fuimos un poco visionarios y mostramos capacidad de organizar con la edad que teníamos», explica Pilar Ugidos.
La primera manifestación leonesista terminó con el emotivo izado de la bandera leonesa junto a la enseña nacional en el balcón de la Diputación provincial. Fue un niño el encargado de la ceremonia pactada con las autoridades, aunque tanto la UCD como el PSOE se distanciaron de la convocatoria. El PSOE manifestó en un comunicado su opción por sumar a León con Castilla.
«Queríamos que el pueblo, con su fuerza, exigiera ese referéndum y pudiéramos manifestar si queríamos ir con Castilla o no», reflexiona. La esperanza de que León podía ser autonomía, junto a Zamora y Salamanca, estaba muy viva. «Tuvimos una intuición pero no fuimos capaces de sacarla adelante, a pesar de que la movilización fue muy grande», admite.
Creen que el tiempo les ha dado la razón: «A León no le ha resultado bien esta comunidad. ¿Cómo le hubiera ido aquello? No lo sé. Con el paso de los años piensas más en unir que en separar y es verdad que los leoneses también tienen parte de culpa, pero la capitalidad de Valladolid sabíamos que iba a hundir a León», comenta Isabel Huerga.
«No tenemos nada que ver con esta macrorregión, que solo ha servido para que se empobrezca León», apostilla Carlos Llamazares. «Estaría otra vez con ellos, crear esa sensación de leonés más regionalista y localista que nacionalista», subraya. La riqueza comarcal, tanto paisajística como culturalmente, es quizá una de las señas de identidad de esa región.
Ahora que vive en el Bierzo no cree que las diferencias de esta zona de la provincia fueran un obstáculo. «La gente también se siente leonesa en el Bierzo y por ejemplo los fornelos son más leoneses que todos los leoneses», añade.
El GAL tenía mucha relación con otro grupo regionalista, Comunidad Zamorana e incluso con los castellanos que querían una Castilla sin León. el núcleo fundador del GAL se apartó cuando el proceso autonómico quedó cerrado. «Cuando vimos que se cortaba toda posibilidad de que León pudiera ser autonomía dejé aquello y me dediqué a hacer una biblioteca y otros temas culturales y de feminismo en Valencia de Don Juan, donde viví algún tiempo y fui corresponsal de la revista Ceranda», explica Pilar Ugidos. A principios de los años 80, marchó a Cataluña a ejercer como maestra, al igual que su amiga Isabel Huerga. «Aprobé las oposiciones y en Cataluña hacían falta miles de maestros», relata. Con el tiempo se trasladó a Asturias, donde reside actualmente.
«No tenía ambición de ser política, aquello fue una acción concreta y cuando se cerró la puerta para León para mí se acabó la razón de ser política del movimiento».
Aunque siempre se apunta Martín Villa como el muñidor de la autonomía, hay quien piensa que el PSOE también tuvo mucho que ver en el destino final de León dentro de la macrocomunidad: «Donde el PSOE decidió apoyar una autonomía uniprovincial se logró, como es el caso de Cantabria y La Rioja, y consiguió arrastrar a la UCD», apunta José Manuel Díez.
Tuvieron mala suerte hasta con el nombre. Las siglas del Grupo Autonómico Leonés (GAL) quedarían eclipsadas pocos años después de su nacimiento por el otro GAL, los grupos antiterroristas de liberación que protagonizaron la guerra sucia contra ETA.
Aparte del logro de la bandera, el GAL contribuyó notablemente a que en el nombre de la Comunidad se introdujera la conjunción copulativa, que denota la existencia de dos regiones diferenciadas. Una pedagogía que iba impresa en sus pegatinas: «Mi mamá leona, mi papá león es. Yo no soy castellano-leonés».
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