Los Campaneiros o cualquiera de sus sinónimos protagonizaban una fiesta de origen pastoril que se extiende por toda la cordillera Cantábrica y llega hasta el norte de Europa. En Cabrera se denominan Campaneiros, Campanones y Trapisacos en Cabrera Alta y Farramacos y Mantarracos en Cabrera Baja. Su celebración es diferente en cada pueblo, en los que algunos los celebran el día de año nuevo o también en Noche Buena.
Según el testimonio de una mujer que todavía lo vivió desde niña, Luzdivina González Fernández, los Campaneiros en La Cuesta eran encarnados por los mozos del pueblo que se disfrazaban, unos de Campaneiros, -unos tres o cuatro-, cuya única función era perseguir y asustar a los rapaces, y otros de viejos y viejas, que no corrían a los niños, pero que se disfrazaban de modo que no se le reconociera a ninguno. Incluso los más hábiles además de disfrazarse utilizaban largos zancos para asustar a los rapaces o para dar mayor vistosidad al acto. Cuando entraban en las casas, solían pedirles que o cantasen o que bailasen para hacer sonar sus campanas. En el caso de que cantasen, recitaban la siguiente estrofa del conocido villancico:
Nació, nació pastor
Jesús el niño hermoso
Con paso presuroso
Vallamos a adorar
Los Campaneiros se cubrían los cuerpos con pieles de ovejas o perros, capotes, trapos viejos o mantarrones, etc. También de cintura para abajo. Para cubrir la cara y la cabeza se fabricaban caretas o caperuzas con agujeros para los ojos, muchas veces un simple saco con dos agujeros para poder ver, con apariencia de lobos, zorros, osos y otros animales, o de cualquier cosa que pudiera asustar. En ocasiones también se ponían cuernos sujetados con una estructura de madera y piel de carnero a modo de representación del ganado. Cuando no tenían cuernos de vaca los sustituían por varas de madera que los rapaces tallaban. Según el testimonio de Luis Vega, en una localidad cercana, Villar del Monte, las máscaras eran metálicas. El nombre de Campaneiros tiene su razón en las campanas, (cencerros, esquilas y tupios, o "chocallos"), que estos personajes portaban colgados de sus cinturas para mayor estruendo y agitación de los chiquillos. Como todo esfuerzo tiene su recompensa, tras realizar este peculiar pasacalles, los vecinos del pueblo daban huevos, chorizos, y otros alimentos, incluso dinero, con lo que los mozos celebraban una cena.
Este traje ha evolucionado muy poco, en comparación con otros de comarcas cercanas, manteniéndose prácticamente la misma estructura, únicamente se añadió un sombrero con tiras de papel de colores en su parte posterior en los años 60 para mejorar el soporte de las caretas de piel, y que en los años 80, gracias a la aparición del plástico, se colocaban globos y algunas de las tiras de papel fueron sustituidas por tiras de bolsas de plástico, por simples cuestiones de conservación.
Debido a que la iglesia no era muy amiga de celebrar estas tradiciones en esas fechas, lo campaneiros se trasladaron al día de carnaval e incluso cambiaron de denominación pasándose a llamar Trapisacos. Este día de carnaval había baile por la tarde y por la noche. Para el baile por la tarde, los hombres se vestían de mujeres y las mujeres de hombres, y se colocaban un pañuelo blanco o tela de saco en el rostro para que no se les reconociese.
Muchos otros se vestían con las peores vestiduras que tenían, incluso remendaban trapos viejos sueltos de forma que al saltar volasen de un lado a otro. Perseguían a los chavales con un trapo mojado y sucio para arrearles y asustarles. Era frecuente que se pusiesen caretas con cuernos o se tiñesen la cara de negro con el hollín de los fornos, y al igual que los Campaneiros, se colgaban campanas por el cuerpo. (realmente eran el mismo personaje) Los chavales huían de los Trapisacos por todo el pueblo y era frecuente que se escondiesen entre los jóvenes que habían acudido al baile.
Ya por la noche se hacía un baile en un corral y era en ese momento cuando aparecía en escena el toro y la señorita. El toro era un hombre que con cornamenta daba vueltas alrededor del corral mientras los jóvenes que bailaban se subían a donde podían para huir de él. La figura de la señorita consistía en "picar al toro" para dirigirlo a donde más gente hubiese.
El 24 y 25 de enero recuperaremos esta mascarada."
Texto extraído del blog de Asociación Cultural Trimuella's Fan Box
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