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23 oct 2019

Un patrimonio urbano para no perder.


La obras de soterramiento del tren a su paso por la ciudad de León, han traído unas consecuencias para los vecinos de la calle Astorga, que ninguno se esperaba.
La parte trasera de sus casas, la menos "noble", la de los patios y las carboneras, van a quedar por el arte del birlibirloque del nuevo urbanismo, al pie de una de las mas grandes avenidas o bulevares de la ciudad.
Fachada Este del conjunto, con sus portales hacia la Calle Astorga.
Los antiguos números 17, 19 y 21, ahora 23, 25 y 27 presentan una unidad constructiva, probablemente se edificaron simultáneamente.
Sobre la antigua puerta de madera del nº 19, y a modo de lucera, un enrejado con números forjados decía: 1923.

Durante decenas de años, -un siglo para redondear,- los vecinos de estas casas han estado soportando el traqueteo de los carriles, el pitido de las "Montañas" y "7700" pidiendo paso, al paso a nivel. Y el pitido de los coches pidiendo lo mismo, al mismo paso.
Reja forjada.
Las ventanas y balcones de la fachada Este, presentan unos enrejados de forja, que ni siquiera las actuales casas de lujo de nueva construcción tienen - Solo redondo o cuadradillo de hierro sin moldear, unido con soldadura automática y sin ninguna gracia- 
Obsérvese esta ventana o celosía, sin un solo pegote de soldadura. Hasta las bisagras están unidas con roblones en caliente.
Si la ciudad de León tiene un barrio de ribera, ese es sin duda "El Crucero" no en vano se llama realmente: Barrio de La Vega.
 Y como en cualquier población de las riberas leonesas, hasta tiene el conjunto una fachada de ladrillo y canto rodado. ¿Puede ser más representativo de su época?

Ahora los vecinos esperan que esta "lotería" urbanística de la que disfrutaran, no les resulte un fiasco.
Piden que no les cierren esta salida con muros de hormigón. Piden que se dignifique la fachada trasera de sus casas. Que por cierto según mis gustos, es muchísimo más hermosa que la fachada principal.
Los vecinos del 19 se afanan por conservar la fachada Oeste.
Ya en toda la calle se sustituyeron las ventanas de cuarteles de madera y masilla para sujetar los cristales. Fueron sustituidos por carpintería de aluminio. La madera si no se trataba continuamente, se pudría enseguida y la masilla se secaba y desprendía.
Los canalones marcan los limites de las viviendas. Las galerías de la mano derecha poseían tres arcos, las de la izquierda dos. Esto era compensado con las ventanas de la calle Astorga, donde la proporción era la inversa.
Los pequeños ventanucos son la ventilación de los baños. El cuarto piso abuhardillado por el Oeste no tiene galería.


Aunque apenas era visible desde el paso a nivel, la fachada posterior de estas casas - excepto las del cuarto piso que están abuhardillados- son un conjunto de galerías de corredor que servían de distribuidor a toda la casa.

 Una sucesión de arcadas de ladrillo de medio punto, totalmente acristaladas y orientadas hacia el oeste, hacían de ellas, en las tardes del invierno, el lugar perfecto para aprovecharse del calor y de la luz, que los tardios rayos de un Sol invernal nos regalaba.

 Era el lugar de las vecinas para coser con la "Singer".... Bordar, planchar, platicar.........Todo ello con un ojo puesto en los mas pequeños, que tenían en estas enormes galerías, el patio de recreo perfecto durante las tardes de lluvia. Los mas mozos no, los más mozos buscábamos la intimidad que nos proporcionaba la lucera del tejado en los últimos tramos de la escalera. Allí nos poníamos al día con las ultimas aventuras del "Jabato" o del "Capitán Trueno". No había mucho dinero, así que para amortizar los cómics que nosotros llamábamos "TBOs", cuando alguien compraba uno, era para leerlo todo el barrio.

Los patios ahora revalorizaros, eran todo un tratado de pragmatismo. Todos ellos con una carbonera para cada vecino, que a medida que se fue instalando el gas butano en los pisos, acabaron siendo el "club social" de los jóvenes en invierno y taller comunal de bicicletas en verano.
A través de la verja, se pueden ver los patios del antiguo 15 y 17. Las obras han derribado la tapia que los separaba de la vía y a las carboneras adosadas a esa tapia.

Todos ellos tenían un lavadero y una bomba artesiana - Lavadero que venia muy bien para grandes contingentes de ropa, como mantas y sabanas que no entraban en aquellas pequeñas lavadoras- 
Y que decir del artesiano, y de las enormes colas de gente con botijo en mano, que se formaban en el patio del nº 19. Días de verano, dándole incesantemente a la palanca de la "bomba de agua"
 Entonces no solamente el portal, también los patios estaban abiertos para todo aquel que quisiera beber agua no clorada del acuifero subterráneo que corría bajo la calle Astorga.
 Disfrutamos de él, hasta que los profundos cimientos de hormigón de la "Torre del Crucero" desvío su cauce.
Una edificación del conjunto  tiene las buhardillas hacia el levante.

 Hubo un alcalde de León que paralizo las obras de un subterráneo bajo las vías porque los "geólogos" encontraron agua subterránea. Si hubiera preguntado a cualquier niño de la calle Astorga, ya se lo hubiera dicho. Además gratis.

Aquellos patios, eran el Ágora de los jóvenes en las tardes de verano, sobre todo el del nº 17. Allí escuché por primera vez la versión integra del "In a gadda da vida"  de Iron Butterfly.
Pues bien, estas casas de obreros, - Sobre todo ferroviarios- tal vez no valgan económicamente tanto como el solar que ocupan -Muy goloso para especuladores urbanísticos- Tal vez individualmente no sean gran cosa, pero como conjunto urbanístico de principios del siglo XX es el mayor y mejor conservado de todo León.

Si se conservaron los restos de la "Fabrica de Productos Químicos Abelló", estas casas deben de conservarse tal cual, con mayor motivo. No solo porque sean de la misma época y del mismo estilo arquitectónico, sino porque las casas, definen a las gentes mejor que las fabricas.
Los restos de la fabrica no tendrían ningún sentido, estarían descontextualizados, sin TODAS estas casas en píe.



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