PAGINAS

13 jun 2018

El problema territorial del País Leonés.


El colectivo Xuntanza traslada  a la nueva ministra de Política Territorial, el problema territorial del País Leonés.


A la atención de la Excelentísima Señora Meritxell Batet Lamaña:

Hemos leído con gran interés la noticia de su nombramiento como Ministra de Política Territorial. Vaya por delante nuestra enhorabuena.

  Además, ha despertado simpatías en nuestro colectivo por su primera declaración de intenciones como ministra al afirmar que la reforma de la Constitución de 1978 es “urgente, viable y deseable” y que es necesario “renovar el pacto territorial”.

 Muchas ciudadanas leonesas, hastiadas por el enquistamiento del debate territorial, también lo consideramos así.

Los medios de comunicación se han afanado en recalcar sus convicciones “hondamente federalistas”, lo cual nos agrada enormemente si entendemos el federalismo como una asociación libre entre iguales.
 El emblema pluribus unum (unidad en la diversidad) del Estado federal por antonomasia –Estados Unidos– es análogo al principio político protofederal que rigió en León en tiempos pretéritos (unidad en la pluralidad).
 Puesto que el fin del Estado federal no es el de homogeneizar, sino el de amparar las libertades de los distintos territorios que lo componen, desde Xuntanza denunciamos con firmeza que la máxima federalista fue violada flagrantemente en el País Leonés durante el proceso autonómico.

Somos muchas los que defendemos el autogobierno leonés desde posturas federalistas. El principal referente del federalismo español, tristemente olvidado por sus correligionarios, Francesc Pi i Margall, se refería a León en su obra “La federación” como una «provincia-nación» a la que se le había «arrebatado su autonomía» y que estaba «lejos de haberse refundido con Castilla». Las palabras de Pi i Margall tienen hoy más trascendencia que nunca.

 La prolongada trayectoria de la reivindicación leonesa nos permite apreciar el amplio respaldo que goza por parte de la sociedad, así como su carácter transversal.
  En 1873, durante la I República, se proyectó la idea de construir un modelo federal por primera vez. Desde el Pacto Federal Castellano se incluyó el territorio leonés dentro del proyecto de creación de macro-estado castellano sin precedentes históricos.
 Por ello, para sorpresa de propias y extrañas, el diputado del Partido Republicano por León durante este periodo, Miguel Morán, realizó hasta cinco “exposiciones” en el Congreso de los Diputados a favor de la creación de un Estado federado leonés propio. También el diputado del Partido Federal, José María García Álvarez, se pronunció a favor de la estatalidad de León durante la misma legislatura, como así consta en el Archivo de las Cortes. «¿Quién con más derecho que León para formar un estado?» se preguntaban los miembros de la comisión de León ante el boceto constitucional.

 Tras la muerte de Franco y el inicio de la Transición política, se procedió a descentralizar el Estado mediante la construcción de las diversas Comunidades Autónomas. Nuevamente, se proyectó desde Valladolid la vieja idea, que se remonta al siglo XIX, de la unión de Castilla la Vieja y León en un ente único. Las razones del exministro franquista y líder de UCD, Rodolfo Martín Villa, fueron explicadas en numerosas ocasiones: la creación de una gran autonomía en la meseta norte de alto contenido nacionalista español, como contrapeso a los nacionalismos vasco y catalán.

 Se produjeron entonces multitudinarias manifestaciones a favor de la autonomía leonesa secundadas por los principales partidos políticos. Ni las amenazas a activistas autonomistas ni las coacciones a alcaldes por parte del establishment posfranquista impidieron una movilización masiva por un gobierno autónomo en León.
  Uno de los más férreos defensores de la autonomía fue el dirigente del PSL-PSOE, Baldomero Lozano, a quien la muerte le alcanzó en pleno proceso autonómico.
 Es un ejercicio de política-ficción, pero tal vez sin su prematuro fallecimiento el País Leonés no habría desaparecido del mapa.

León, que en el momento de someter la Constitución a consulta era de iure una región histórica, no pudo acceder a la aplicación del Art. 2 de la CE a pesar de que todas las encuestas evidenciaban el carácter mayoritario de las aspiraciones pro-autonomía.
 La creación de Castilla y León, tal y como fue concebida en los despachos de Madrid, por orden de las delegaciones de los partidos allí y sin referéndum alguno pese al clamor, supuso una estacada en la autoestima de las leonesas de la cual no nos hemos recuperado aún.

Como redactora de la declaración de Granada, el documento de su partido que pretende mejorar el modelo territorial y avanzar hacia un Estado federal, recordará que uno de sus apartados habla de «corregir lo que ha demostrado ser disfuncional».

 Señora Batet: si hay algo disfuncional en este Estado autonómico, esa es la Comunidad Autónoma de Castilla y León.

Como bien sabrá, el Estatuto de Castilla y León fue el último en aprobarse debido a múltiples anomalías democráticas que ahora merecen ser revisadas. Después de 35 años, todos los indicadores socio-económicos del País Leonés son nefastos: las zonas rurales se despueblan a ritmo de vértigo, los jóvenes tenemos que emigrar en masa ante la falta de oportunidades, nuestro medioambiente es gestionado despóticamente… Podríamos seguir durante horas.

Desde nuestro colectivo, integrado por mujeres y hombres de distintas sensibilidades que trabajan por el reconocimiento del País Leonés como sujeto político y por la construcción de un espacio soberanista, le instamos a reconocer el derecho de las leonesas a autogobernarse en la Constitución que salga de esta nueva etapa federal.

León, 11 de junio de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario